De mi abuela Carmen Gerómina de Rangel conocí el valor de la fe, ella me enseñó a conocer, a orar, amar a nuestro Señor Jesús y la devoción profunda a la santísima Virgen María. También me enseñó que la felicidad consiste en la paz espiritual que produce el deber cumplido y en todo caso hacer el mejor esfuerzo para lograrlo.
Aprendí de mi padre José Antonio Rangel los valores de la honestidad, integridad y amistad; fue sencillo, solidario con sus amigos y muy responsable con el hogar. Era un gran cantante, artesano y jugador de billar (fue campeón nacional de este deporte). Le pusieron por equivocación José Antonio en vez de José Félix pero su mamá toda la vida decidió llamarlo Félix y así se quedó.
Mi madre Lilly Josefa Barón de Rangel me enseñó el valor fundamental de la dignidad y el respeto a mí mismo y a los demás. Ella decía que todo era negociable menos la dignidad y la honestidad. Señalaba que la verdadera riqueza no estaba en el bolsillo, en tener bienes materiales, sino en el ser y en saber, es decir en la mente y el corazón.
De mi padrino Ramón Villalobos Galué, nacido en San Rafael de El Moján, aprendí la sencillez y la solidaridad, no sólo con la familia sino con extraños, con quienes compartía los beneficios de ser un destacado encuellador en la industria petrolera.
Y de mi tía María Presentación Rangel y de mi Tío Juan Barrientos aprendí la humildad, sencillez y la cordialidad para todo sus semejantes.